dijous, 2 de desembre del 2010

Lazarillo de Tormes

Tratado I
1.    Sintetiza la vida de Lazarillo antes de empezar a servir al ciego.

Lazarillo era hijo único de padres humildes, que fue dado a luz en el mismo río Tórmes, de ay viene su sobrenombre. A la edad de ocho años su madre se queda viuda y se empieza a juntar con otro hombre, con el cual regaló un niño negro a Lazarillo. Pero al poco tiempo acabaron presos y en acabaron con sus vidas, de manera que Lazarillo se quedó sólo con su hermanillo, huérfano. Así que su madre lo mandó criar por un ciego, para que fuera su amo y así poder aprender.

2.    Caracteriza al personaje del ciego. Copia fragmentos donde se hable de él.
El ciego: El amo del Lázaro. Es de gran importancia en el aprendizaje del Lázaro ya que le enseña a tener picardía y ser egoísta ya hacer las cosas por beneficio propio sin importar los medios. El ciego le enseñaba las cosas a base de golpes, también lo ensañó a aprovecharse de las persona en todas aquellas ocasiones que se le presentan. Lázaro le deja, ya que no le aporta la felicidad que él buscaba, comida.
En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestrarle, me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo haría y que me recibía, no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.
Pues, tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, Vuestra Merced sepa que, desde que Dios crió el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su oficio era un águila: ciento y tantas oraciones sabía de coro; un tono bajo, reposado y muy sonable, que hacía resonar la iglesia donde rezaba; un rostro humilde y devoto, que, con muy buen continente, ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros suelen hacer.
Mas también quiero que sepa Vuestra Merced que, con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi; tanto, que me mataba a mí de hambre, y así no me demediaba de lo necesario. Digo verdad: si con mi sutileza y buenas mañas no me supiera remediar, muchas veces me finara de hambre; mas, con todo su saber y aviso, le contaminaba de tal suerte que siempre, o las más veces, me cabía lo más y mejor. Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas a mi salvo.
Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía; estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de mí venganza, y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.


3. Actitud de Lázaro ante el ciego.La actitud del Lazarillo ante el ciego, es de respeto, ya que se trata de su amo.


4. Resume uno de los episodios donde Lazarillo intenta engañar al ciego. ¿Lo consigue?Un día de invierno a Lazarillo se le ocurrió la brillante idea de agujerear el jarro de vino que el ciego tomaba cada día, con la escusa que tenia frío se ponía entre las piernas de su amo para que le diera calor, ya que el ciego sostenía la jarra de vino entre sus piernas para que nadie se lo tomará. Pero Lazarillo que fue astuto en el agujero del jarro colocó una gotita de cera para que tapará el agujero y no cayera el vino, de ese modo el calor que desprendía el amo era suficiente para que deshiciera la cera y el pequeño agujero comenzará a destilar el vino en su boca, de tal manera que cuando el ciego iba a beber se lo encontraba vacío. Hasta que un día el ciego, después de pasar muchas jugarretas de Lazarillo, descubre la trampa, pero hace como si no se hubiera dado cuanta y le hace pagar la jugarreta, haciendo que como cada día se siente entre sus piernas, pero esta vez el jarro estaba lleno de licor, cuando Lazarillo empezó a beber, el ciego alzó el jarro y lo dejó caer sobre su boca.
                                                          Andrea Díaz y Oriol Mejias

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